Algunas imágenes identifican a México a nivel internacional. Una de ellas es la del clavadista tirándose desde un acantilado de 45 metros de alto a una pequeña zona del Pacífico. Estos valientes jóvenes realizan todo un ritual en pequeño traje de baño: suben, le rezan a la Virgen de Guadalupe en su altar colocado en la punta del acantilado; después, miden las olas, calculan la que será ideal para tener suficiente profundidad, observan la velocidad del viento… y hasta abajo, con un par de acrobáticas volteretas.
Estos acapulqueños ofrecen el espectáculo de día y de noche alumbrándose con antorchas, lo que le da un extra a la presentación.
La Quebrada se encuentra cerca del centro de la ciudad, a unos cuantos minutos de la plaza principal. Hay un mirador desde donde podrá observar los clavados, eso sí, abriéndose paso entre turistas.
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